Da tu primer paso ahora, no es necesario que veas el camino completo. Sólo da tu primer paso. El resto irá apareciendo a medida que camines.
Martin Luther King Jr.
Generando un ciclo para abrir posibilidades.
Hoy en día se espera que los empleados de todos niveles sean proactivos. Incluso se busca que las organizaciones en su conjunto sean proactivas y generen estrategias en ese mismo sentido. Sin embargo, se habla poco sobre cómo cultivar esta actitud y volverla una parte de nuestro ser.
La principal dificultad que se enfrenta al desear ser proactivos es que, aun cuando no se dan cuenta, muchas personas han desarrollado una forma pasiva de ser y de actuar. Esto quiere decir que se mantienen a la expectativa ante las situaciones que enfrentan, esperando a ver cómo evolucionan y si algún factor externo puede disolverlas.
Esta actitud se contrapone a la proactividad y puede convertirse en un obstáculo cuando define reiteradamente el actuar de una persona. En esta situación, las personas se limitan a reaccionar con un mínimo esfuerzo de acuerdo a la situación. Dicho de otra forma, se limitan a sí mismos a vivir de forma automática y sin definir su propio rumbo.
¿Qué significa ser proactivo?
Ser proactivo significa que, en vez de actuar en función a las situaciones que se presentan, la persona crea las situaciones que desea vivir. Significa tomar control consciente sobre la vida, generar nuevas oportunidades y establecer las condiciones necesarias para trabajar y lograr los objetivos. Pareciera que esta forma de vivir es casi un reto de ingeniería, y en algunos aspectos lo es, pero tiene más que ver con la actitud y la planeación que con el cálculo y la predicción de variables.
No es casualidad que Stephen Covey haya definido la proactividad como el primer hábito para ser una persona altamente efectiva. Vale la pena recordar que, para Covey, la esencia de una persona proactiva es la capacidad de liderar su propia vida. Independientemente de lo que pase a su alrededor, una persona proactiva decide cómo reaccionar ante esas circunstancias y centra sus esfuerzos en su círculo de influencia. De esta forma, la proactividad no significa sólo tomar la iniciativa, sino asumir la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.
Ser proactivo está estrechamente relacionado con tener una actitud positiva ante la vida. Esto no implica que una persona proactiva sea un optimista nato o una persona alejada de la realidad. Por el contrario, lo que le diferencia es la capacidad para visualizar nuevas oportunidades y soluciones donde otros ven imposibles. Asume la realidad tal cual es y a partir de ella actúa en consecuencia, siendo una posibilidad muy tangible el cambio de la realidad misma. Esto es muy claro en el uso del lenguaje, piensa en cuál es la diferencia entre decir: “estoy muy cansado” y “¿qué puedo hacer para incrementar mi energía?”. Una persona proactiva utiliza un lenguaje que le empodera, mientras que alguien reactivo pierde el poder, para dárselo a otro, sea una persona o la situación misma.
Características de una persona proactiva
Una persona proactiva abre posibilidades. Al generar una actitud positiva, la persona proactiva crea una serie de características que le permiten tener una actitud constructiva y de reinvención de sí misma para echar a andar sus proyectos y saber materializarlos. A continuación, veremos las ocho prácticas que las personas proactivas llevan a cabo día con día y que te serán útiles para reforzar tus hábitos.
Visualiza el futuro que desea
Para saber qué hacer, primero es necesario saber a dónde quiere llegar. Una persona proactiva no reacciona ante las situaciones, sino que genera las situaciones necesarias para lograr lo que desea. Tiene claridad sobre qué futuro quiere construir para sí mismo, orientando todas sus acciones y las oportunidades que genera hacia este objetivo.
Nada a contracorriente
Las personas proactivas en ocasiones hacen cosas diferentes o toman acciones que se verán extrañas ante los ojos de los demás. Las personas reactivas tienden a vivir su vida en función a las expectativas de otros. Por el contrario, una persona proactiva define y conoce perfectamente su propio sistema de valores y principios. En ocasiones este sistema se alineará a lo que es socialmente popular, en ocasiones no, pero en todo momento funciona como brújula para tomar decisiones consientes.
Busca círculos proactivos
Al rodearse de personas proactivas surge naturalmente cierto interés por lo que hacen y se crean puentes de colaboración. Cuando una persona comparte su experiencia y actividad, salta una chispa que puede encender e iluminar nuevas oportunidades.
Trabaja con pasión
Si se trabaja sin motivación, habrá un error fundamental detrás: ¿este trabajo es lo desea hacer o lo que debe hacer? Entonces, se debe tomar una decisión consciente sobre lo que puede hacer para recuperar la pasión en su trabajo actual o en uno nuevo. Al encontrar una actividad apasionante toda la atención, talento y energía se vuelcan hacia lo que se quiere y debe hacer. La clave está en descubrir lo que le apasiona y aplicarlo en su profesión.
Da la bienvenida a los cambios
Las personas proactivas no temen a los cambios. De hecho, son ellas quienes muchas veces los impulsan. No temen salir de su zona de confort ni el enfrentar la incertidumbre. La novedad y el cambio también traen nuevas oportunidades que podrán aprovechar y descubrir si entienden qué es lo que está sucediendo, y entienden que la mejor forma de entender es adentrarse y explorar nuevos territorios.
Toma lo mejor de cada situación
Una persona proactiva anticipa o evita los problemas. Sin embargo, también se equivoca. La diferencia está en la actitud que toman ante la situación. Si los resultados no son los que esperaba, sabe que no es una catástrofe. Por el contrario, saca lo mejor de la situación y la aprovecha para obtener experiencias, aprendizajes y, sobre todo, abrir nuevas y diferentes posibilidades de acción. En vez de dejarse vencer por el fracaso, éste lo alienta para continuar con más ahínco, perseverar y llegar al futuro que visualizó en un inicio.
Ve más allá
El conformismo es un enemigo de la proactividad. Convencerse de que “es mejor pájaro en mano que ciento volando” puede convertirse en una excusa para la inacción y por tanto en el estancamiento personal y profesional. Tomar riesgos y buscar ir más allá para lograr el futuro visualizado, siempre en congruencia con el sistema de valores y principios propios, es la práctica habitual de una persona proactiva. Una vez iniciado el movimiento y conseguidos los primeros resultados se obtiene la mejor motivación para continuar la acción o corregir el rumbo.
Actúa hoy
No dejes para mañana el empezar a tomar acción. Una persona proactiva toma la iniciativa y emprende las acciones que están en su campo de decisión. No aplaza tareas ni se deja paralizar por la postergación o la indecisión. Esto tampoco implica lanzarse a la acción sin ponderar las consecuencias o riesgos, y mucho menos actuar en función a los demás o sus expectativas. Tomar una decisión consciente es la base para una pronta actuación y escoger el mejor rumbo de acción en congruencia con los valores y objetivos personales.
Entonces, ¿qué es lo qué puedo hacer para ser una persona más proactiva?
Como todo hábito, cualquier persona puede proponerse ser más proactivo y lograrlo. Para ello, es necesario práctica y constancia pero, sobre todo, adquirir una actitud positiva que te permita encontrar y aprovechar oportunidades, disfrutando del camino que es la vida. Una excelente herramienta para generar un ciclo virtuoso que te permita ser más proactivo es el círculo de posibilidades. Para generar el hábito de la proactividad, te recomendamos estos cuatro sencillos pasos, con los que puedes ser consiente sobre tu momento actual y definir lo que quieres hacer para re-construir tu realidad y lograr tus objetivos.
Abrir posibilidades: ante una situación no prevista, comprender qué opciones de actitud y de emoción se tienen en todo momento y mantén el enfoque en el futuro que deseas construir.
Decidir conscientemente: definir personalmente el mejor rumbo de acción en congruencia con los valores y objetivos personales, no con las expectativas de los demás. Recuerda que un rumbo de acción perfectamente puede ser el no hacer nada.
Generar situaciones: visualizar el contexto ideal y especificar las acciones concretas que deberás llevar a cabo para llegar a él.
Fortalecer la voluntad: perseverar y mantener una alta motivación que permita lograr objetivos tangibles, aprovechando el entorno y las situaciones no previstas para abrir nuevas posibilidades.
Entrar en un círculo virtuoso te permitirá tomar las riendas de tu vida y adoptar una postura de decisión y apertura ante las situaciones que se presenten. A través de una actitud positiva y practicando los pasos señalados, será posible hacer de este ciclo un hábito que mejorará tu enfoque y posición ante la vida, permitiéndote construir tu propio destino. Para conocer más de este tema, te sugerimos escuchar el episodio de nuestro podcast Ser proactivo sin meterse en problemas.
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