¿Cómo definir objetivos de forma efectiva?

“Si has construido castillos en el aire, ahora pon los cimientos debajo de ellos”.

Henry David Thoreau

 

En nuestro artículo anterior abordamos el tema de los objetivos de inicio de año y cómo llevarlos a cabo. En esta ocasión te daremos consejos para hacer el trabajo previo de su definición para hacerlo de manera efectiva y lograr ver su materialización.

Hoy en día es común hablar sobre gestión por objetivos. En nuestro lugar de trabajo siempre se plantean metas a las cuales llegar o puede ser que seamos nosotros quienes definamos los objetivos que deseamos alcanzar o que deben lograr los miembros de nuestro equipo. Sin embargo, ¿estamos realmente definiendo objetivos de forma efectiva?

¿Qué es un objetivo?

Inicialmente, es importante hacer algunas diferenciaciones importantes. Solemos utilizar diferentes palabras para hablar sobre objetivos: metas, resultados, indicadores. En ocasiones incluso parecería que estas palabras son más o menos sinónimas. Sin embargo, hay una diferencia importante entre ellas.

Hablemos primero del objetivo. Un objetivo es un estado nuevo al cual queremos llegar. Si hoy nos encontramos en una situación A y nuestro objetivo es llegar a una situación B, tendremos un gran avance en una definición efectiva del objetivo si conocemos cuál es el estado al que queremos llegar.

Por otra parte, una meta forma parte de un objetivo al ser un elemento tangible de éste. Por ejemplo, si mi situación deseada es estar en forma, mi meta será la manera en que será posible medir mi avance. Por supuesto, habrá diferentes formas de medición. Puedo utilizar mi masa corporal, mi peso, incluso la talla de ropa que utilizo. Cada una de estas formas de medición es un indicador. Un objetivo puede tener una o varias metas aunque, por lo general, lo más indicado es mantener una meta por objetivo.

Por último, el resultado refleja qué tan cerca o qué tan lejos estuve de lograr el objetivo que me he planteado. Si mi meta es bajar dos tallas y al finalizar el periodo que me planteé para tal objetivo he disminuido sólo una talla, ése es el resultado que obtuve. Incluso lo puedo parametrizar como un porcentaje: logré mi objetivo en un 50%.

Definiendo un objetivo

Una de las formas más completas de definir un objetivo es a través del acrónimo SMART (algunas personas lo han traducido al español como acrónimo MARTE). Este acrónimo fue acuñado por primera vez en 1981 por George Doran en un artículo de la revista Management Review y hace referencia a cinco atributos que todo objetivo debe tener: ser específico, medible, alcanzable, retador y tener un parámetro temporal.

Específico                                        

Un objetivo es específico cuando hace referencia a algo tangible y conciso. En este punto, entre mayor detalle logremos, tendremos un objetivo más definido. Por ejemplo, anteriormente hablamos sobre el “estar en forma” como una posible situación deseada. Como objetivo, nos daremos cuenta rápidamente de que no es nada específico. En otras palabras ¿qué significa para mí estar en forma? Esta es la razón por la que es fácil hacerlo corresponder con diferentes metas.

Lo mismo sucede cuando definimos objetivos de negocio. Por ejemplo: incrementar las ventas. Claramente hace referencia a una situación deseada que puede interpretarse como “vender más”, pero ¿qué significa para mí? ¿Hace referencia a algún producto en específico?, ¿tiene que ver con la utilidad o sólo con la facturación? Como mencionamos antes, definir la situación deseada de la manera más específica posible nos ayudará a identificar con mayor facilidad los demás elementos de un buen objetivo.

Medible

Este punto tiene que ver con la meta y la selección de un buen indicador. Un indicador será la unidad a través de la cual mediremos nuestros avances (tallas, kilos, masa corporal, facturación, porcentaje de utilidad, etc.). Saber medir un objetivo es determinante en su materialización, pues sólo de esa manera sabremos el avance que tenemos en él y si es necesario reformular la estrategia que inicialmente aplicamos para lograrlo.

Ahora bien, muchas veces el definir un indicador no es tan sencillo y debemos dar vuelo a nuestra creatividad. Si una persona desea “lograr un mejor equilibrio de vida”, el primer paso será definir qué significa para esta persona esa aseveración. En función de su significado podemos encontrar los indicadores adecuados, por ejemplo: número de horas que le dedica a su familia, la repetición de conductas específicas, la hora de salida de su lugar de trabajo, etc.

Alcanzable

Un buen objetivo nos debe mover de nuestra zona de confort, pero debe ser posible de obtener. Si planteamos objetivos muy distantes o para los cuales no tenemos los recursos necesarios, no haremos sino frustrarnos. Pensemos en el presidente John F. Kennedy cuando retó a su nación a que, al finalizar la década de 1960, sería posible llevar a un hombre a la luna. Si bien era un objetivo ambicioso, en ese momento se contaba ya con la tecnología de cohetes requerida, además de que una vez que se hizo el anuncio se volcaron gran parte de los recursos de todo el país para lograrlo. Por si fuera poco, el plazo que dio (8 años) daba la oportunidad para preparar las cuestiones que hicieran falta y generar una visión compartida alrededor de este objetivo.

Retador

Este es punto de balance respecto a un objetivo alcanzable. Como ya se mencionó anteriormente, un buen objetivo debe movernos de nuestra zona de confort y llevarnos a lograr resultados más allá de lo que hoy estamos haciendo. Citando el discurso del presidente Kennedy:

“Elegimos ir a la luna en esta década y hacer lo demás, no porque sean metas fáciles, sino porque son difíciles, porque ese desafío servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y habilidades”.

Parámetro temporal

Un objetivo bien definido tiene una escala temporal. Nos debe indicar cuándo queremos encontrarnos en la situación deseada, cuándo podremos medir lo alcanzado y definir el resultado obtenido. Esto no significa de ninguna forma que no podamos realizar mediciones intermedias. Todo lo contrario, el seguimiento es un aspecto fundamental al momento de ejecutar cualquier proyecto o trabajar hacia un objetivo. Sin embargo, si no definimos un marco de tiempo será muy probable que lo dejemos pasar, atarearnos con las situaciones urgentes y poco a poco olvidarnos de lo que queremos lograr.

El objetivo definido

Una vez que hemos identificado cada uno de estos atributos, será posible condensar toda la información en apenas unas cuantas palabras y e importante documentar toda la información que nos hizo llegar hasta este punto. Sin embargo, un buen objetivo no requerirá una amplia explicación, sino una profunda reflexión. Por ejemplo, para quien lea un objetivo no necesariamente tendría que ser obvio que para mí algo es más o menos retador o alcanzable. Volvamos a los ejemplos que comentamos más arriba:

  • En diciembre de este año disminuiré mi índice de masa corporal de 27 a 24 a través de una dieta balanceada y al menos tres sesiones semanales de una hora en el gimnasio.
  • Aumentar la facturación actual total del negocio en un 10% al finalizar el tercer cuatrimestre, manteniendo una utilidad del 33%.

Manos a la obra

Ahora que ya tienes información que te ayudará a definir tus objetivos de manera muy específica, puedes ponerte en marcha para lograrlos. Inicia por trabajar en analizar qué es lo que deseas lograr y la manera de hacerlo. Da seguimiento al proceso que te has trazado y periódicamente revisa tus avances. No olvides compartir con nosotros cómo vas con tu plan de acción y preguntarnos sobre cualquier duda que surja al momento de llevarlo a cabo. Déjanos saber lo que piensas en los comentarios, comparte con tus amigos y no te olvides de seguirnos en nuestras redes sociales y suscribirte a nuestro newsletter mensual. Escucha también nuestro podcast para profundizar en estos temas y continúa con nosotros esta conversación en cualquiera de los canales que tenemos para ti.

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