Se habla de la creatividad como una habilidad, como una competencia necesaria para determinados puestos y, por supuesto, existen diferentes programas de capacitación que prometen hacer de nosotros una pequeña fábrica de ideas. Sin embargo, cabe preguntar ¿la creatividad es algo que se puede aprender?
Como siempre, la respuesta es más compleja de lo que parece. Pero, siendo puntuales, tendríamos que admitir que no. La creatividad no es algo que se pueda enseñar y aprender porque no es un proceso lineal y establecido, no es un objeto que pueda estudiarse, ni una conducta específica propensa a repetirse hasta automatizarse.
Todos somos creativos
¿Esto significa que no puedo ser más creativo? Por supuesto que no. Todos podemos desarrollar esta habilidad, lo que no podemos hacer es aprenderla como uno aprende historia, matemáticas, fútbol o ballet. La razón es muy sencilla: ninguno de nosotros nació conociendo operaciones aritméticas, fechas importantes, o estrategias de juego, pero a diferencia de estos temas, todos nacemos con imaginación, curiosidad y fantasía, que son la materia prima para ser creativos.
Ya que estos elementos son cualidades innatas al ser humano, podemos decir que la creatividad no es algo que aprendemos, sino algo que podemos estimular, desarrollar y potenciar. Es así como podemos mejorar nuestra capacidad creativa y encontrar diferentes soluciones a los retos que enfrentamos día a día. Lo que necesitamos hacer es redescubrir esa imaginación y esa curiosidad tan natural entre los niños, pero que a lo largo del tiempo hemos ido perdiendo, escondiendo u olvidando.
Atreverse a ser libres
Lamentablemente, cuando buscamos “aprender” a ser creativos, lo primero que buscamos son fórmulas o recetas del tipo “Los 10 pasos para tener mejores ideas e innovar”. Todas esas recomendaciones no son malas y algunas de ellas son muy útiles, pero la premisa de la que parten es errada, ya que la creatividad no es un proceso lineal. Por esta razón es que muchos autores hablan de la creatividad como una forma de pensamiento lateral o divergente. Cuando somos creativos, nuestra mente pasa rápidamente de una idea a otra, fantasea, imagina y se realiza preguntas que la llevan a nuevos pensamientos.
De la misma forma, un niño no sigue un patrón de pensamiento cuando está jugando, cuando fantasea o cuando realiza preguntas. Lo que un niño hace es disfrutar el momento, ver qué sucede y atreverse a hacer experimentos, tanto en su mente como en la realidad. El reto para nosotros está en darse a uno mismo permiso de recuperar esta capacidad, de volver a ser curioso, y de ser libre para atender diferentes ideas sin importar cuán alejadas de la realidad parecerían estar.
Atreverse a ser quien soy
Cuando uno piensa en personas creativas tal vez podría evocar a grandes artistas, músicos o genios de la publicidad. Todas estas personas tienen algo en común: expresan quiénes son a través de lo que hacen.
Si tuviera por meta convertirme en un artista de renombre, una estrategia que podría seguir sería convertirme en aprendiz de un gran artista actual; sin embargo, esto no garantiza que logre mi objetivo. Mi maestro podrá enseñarme diferentes técnicas de trazado y uso de pinceles u otras herramientas, cómo utilizar el color, la luz y la sombra, etc. Suponiendo que tenga las habilidades necesarias, seguramente lograré una muy buena técnica. Pero algo que mi maestro nunca podrá enseñarme es qué pintar.
Toda idea nace de uno mismo: de mi historia, mis sensaciones, mis emociones, mis recuerdos y lo que estoy haciendo en este momento. Es importante entrar en contacto con uno mismo y permitir que la mente fluya, llevándonos hacia ideas inesperadas.
Atreverse a peguntar
La curiosidad es tal vez una de las joyas más preciosas que poseemos, pero la hemos guardado en el olvido. Conforme pasa el tiempo tendemos a dar las cosas por hecho; nos han hecho creer que las respuestas deberían ser obvias, que el no saber algo es señal de debilidad o incapacidad, o que podemos encontrarlo buscando en internet.
Si dejamos del lado estas creencias que nos limitan, el atreverse a preguntar puede convertirse en el hábito más poderoso para estimular la creatividad. El preguntarse de forma habitual cómo funciona algo, qué pasaría si algo fuera diferente, o para qué otra cosa puedo ocupar algo revitalizará nuestra capacidad para generar ideas nuevas.
Más aún, cuando la curiosidad se vuelve un hábito nos permite transitar por temas de lo más diversos y ampliar nuestro marco mental a través del establecimiento de relaciones poco obvias. Si lo vemos desde un punto de vista organizacional, esto es exactamente lo que significa tener un pensamiento sistémico.
Atreverse a soñar
Los sueños son el campo creativo por excelencia. En ellos, todo es posible y las relaciones entre ideas se vuelven naturales. En un sueño puedo evocar la casa donde vivo, pero tener presente la oficina donde trabajo y encontrarme a un amigo de la infancia mientras disfruto de un platillo exótico que probé en las vacaciones de hace varios años.
De la misma forma, al buscar la solución a una situación o problema, puedo comenzar a fantasear sobre otras cosas, escenarios alternos, personas o cualquier otra idea. En esta capacidad de soñar se basan técnicas como el uso de metáforas, silogismos o historias que representen la situación que enfrentamos. El simple hecho de salir a caminar un momento nos permitirá observar diferentes cosas, personas u objetos mientras nuestro inconsciente analiza el tema que queremos solucionar. Más temprano que tarde alguna idea, un recuerdo o una sensación nos harán ver algo que no habíamos considerado y que podría volverse la respuesta que buscábamos.
El reto está en dejar que nuestra mente vuele, explorar ideas, alternativas y pensamientos que pareciera no vienen al caso, pero que nos pueden llevar a lugares inesperados. Perder el miedo a salirnos del tema y saber cuándo regresar a él es una cuestión tanto de paciencia como de equilibrio.
No podemos aprender a tener nuevas ideas. Todas las ideas y todas las soluciones ya están dentro de uno mismo. Lo que necesitamos es darnos permiso de escuchar a nuestra mente y conectarnos con nuestro quienes somos. Necesitamos dejar de ser un obstáculo para nuestra imaginación y atrevernos a visitar diferentes ideas, atrevernos a preguntar y experimentar. Al final del día, no hay otra forma de saber si hemos dado con la idea adecuada o aún no.
La creatividad está en nosotros
Como puedes ver, la creatividad no es una materia que se pueda estudiar estructuralmente, pero si es una habilidad que se puede cultivar con base en actitudes y, principalmente, buscando en nuestro interior la capacidad de imaginar. ¿Te consideras una persona creativa? ¿Utilizas algún método para generar ideas innovadoras? Déjanos saber lo que piensas en los comentarios, comparte con tus amigos y no te olvides de seguirnos en nuestras redes sociales y suscribirte a nuestro newsletter mensual. Escucha también nuestro podcast para profundizar en estos temas y continúa con nosotros esta conversación en cualquiera de los canales que tenemos para ti.
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